FRIEDRICH DÜRRENMATT - LA AVERÍA



Friedrich Dürrenmatt

(Konolfingen, Cantón de Berna, 5 de enero de 1921 - Neuchâtel, 14 de diciembre de 1990)


VIDA:


Fill d’un pastor protestant, Dürrenmatt va néixer el 5 de gener del 1921 a Konolfingen, un poble suís situat al cantó de Berna. El 1935 la seva família es traslladà a Berna, on va cursar estudis universitaris de Llengua i Literatura Alemanyes i de Filosofia. L’any 1943, però, va decidir que es volia dedicar a escriure i va abandonar la universitat. Al cap de poc va estrenar la seva primera peça teatral, Es steht geschrieben, que fou objecte de gran polèmica a causa de la seva crítica contra el perill que pot comportar prendre’s les escriptures religioses al peu de la lletra. El seu primer èxit teatral va ser Romulus der Grosse (Ròmul el Gran), obra que presenta la decadència de l’Imperi Romà sota el mandat del seu darrer emperador. El 1946 es casà amb l’actriu Lotti Geissler, amb qui va tenir tres fills. Els seus primers anys com a escriptor van estar marcats per una situació econòmica força precària, fet que el va moure a escriure novel·les policíaques com Der Richter und sein Henker, que avui és una de les lectures més habituals a les escoles de parla alemanya.

L’any 1952 la família es traslladà a Neuenburg, on Dürrenmatt estrenà l’obra que va representar el seu reconeixement com a dramaturg, Die Ehe des Herrn Mississippi (El matrimoni del Sr. Mississippi). A aquesta la va seguir Der Besuch der alten Dame (La visita de la vella dama), que li va suposar l’èxit internacional. L’any 1962 es va estrenar la que, segons molts crítics, és la seva millor obra, Die Physiker (Els Físics), que tracta dels perills que poden comportar els avenços de la ciència en mans de polítics sense escrúpols. L’any 1983 va morir la seva dona, i al cap d’un any es tornà a casar amb l’actriu Charlotte Kerr. Dürrenmatt va seguir escrivint per a l’escena, i també va adaptar i dirigir clàssics, com per exemple els de Shakespeare. Durant els darrers anys de la seva vida, desencisat amb el panorama teatral, va deixar de banda l’escenari per dedicar-se a l’assaig, sense abandonar la crítica política. Va morir l’any 1990 a Neuchâtel.


OBRA


Friedrich Dürrenmatt, novel·lista, assagista i dramaturg, ha estat sens dubte un dels autors més crítics amb la societat occidental posterior a la Segona Guerra Mundial. Tot i que és molt conegut per les seves novel·les policíaques, d'una profunditat filosòfica ben atípica en aquest gènere, el que més destaca de la seva producció literària són les obres de teatre. Igual que Bertolt Brecht, va conrear el teatre èpic, que pretenia involucrar el públic en un debat teòric en lloc d'oferir-los un simple entreteniment passiu. A diferència del seu contemporani, però, mai no va defensar cap ideologia política en concret, sinó que es dedicà a exercir una dura crítica dels totalitarismes del seu temps, tant del nazisme com del comunisme. El seu llegat teatral, apartat de qualsevol adscripció ideològica, ens retrata un món on la tragèdia de l'individu es veu privada de sentit a causa del materialisme desmesurat de la societat moderna.

A causa de la situació de repressió política i cultural del franquisme, les obres de Dürrenmatt no es van començar a traduir al català fins als anys 60. La primera traducció que trobem és La visita de la vella dama, feta l’any 1961 per Frederic Ulsamer i Aurora Díaz Plaja. Una dècada més tard, Josep Maria Salvadó i Joan L. Bozzo van traduir Els físics, la seva obra de més èxit. Cal destacar especialment les traduccions que va fer Artur Quintana de l’obra de Dürenmatt als anys 60: La promesa i El jutge i el seu botxí. També cal esmentar les dues traduccions de Ròmul el gran, una feta per Carme Serrallonga l’any 1983 i l’altra feta per Feliu Formosa el 2005, per ser representada al Teatre Nacional de Catalunya.

Novel·les  policíaques:
  • El juez y su verdugo, 1952. La sospecha, 1952. La promesa, 1958. 
Obres de teatre:

  • Rómulo el Grande, 1949. El matrimonio del señor Mississippi, 1952. Un Ángel en Babilonia, 1953. Hércules y el establo de Augias, 1954. La visita de la vieja dama, 1956. Frank V, 1959. Los Físicos, 1962. Meteoro, 1966. Faust I, 1970. Los Anabaptistas, 1967. Titus Andronicus. Play Strindberg según la danza macabra de August Strindberg, 1969. El cooperador, 1976. La Demora, 1975. Achterloo, 1983.

Novelas
  • Navidad, 1943. El verdugo, 1943. La Salchicha, 1943. El hijo, 1943. El perrito con sarna, 1944. Los viejos, 1945. La imagen de Sisifo, 1945. El director de teatro, 1943. La trampa, 1946. Pilatos, 1946. La Ciudad, 1947. El perro, 1951. El Túnel, 1952. Griego busca griega, 1955. El atasco, 1956. La Caída d'A, 1971. Justicia, 1985. La Misión, 1986. El encargo, 1988. 




 LA AVERÍA:


Hace unos 17 años, una joven y ya triunfadora actriz, que estaba por primera y última vez en su vida en paro, aceptó hacer un pequeño papel de loquita en el Marat-Sade de Peter Weiss-Miguel Narros. Ella sabía que esa era una etapa de transición y leía y leía husmeando proyectos y fantasías. Cayó en sus manos un relato farsesco con aires de cuento, del suizo Friedrich Dürrenmatt, titulado La avería. Desde entonces esa actriz que hoy ha conseguido ser popular sin perder un ápice de su merecido prestigio entre consumidores de alta cultura, ha tenido un "come come y un rucurrucu" en su cabeza porque tenía claro que quería dirigir esa obra sí o sí.

Ella, Blanca Portillo, lo ha conseguido. El 21 de enero de 2011 en el Palacio de Festivales de Santander donde el público, que parecía salir entusiasmado, pudo ver una divertida y cruel historia con la que esta mujer, más conocida como actriz y muy poco como productora, y que de vez en cuando bucea en la dirección escénica, ha conseguido un espectáculo luminoso, lleno de ingenio, sin privarlo en ningún momento de la mordacidad que en él derrocha Dürrenmatt, tan inclinado siempre a abordar la crítica social desde la farsa y, como decía él, con "perversión risueña". A ello ha contribuido la obra de Fernando Sansegundo, responsable de la versión, pero que en realidad ha reescrito este cuento de Dürrenmatt recogiendo su historia íntegramente, pero aportándola numerosos elementos con los que ha enriquecido el texto, como si se tratara de una de esas abuelas contadoras de cuentos de la narrativa oral tradicional cuyo virtuosismo a la hora de afrontar el relato hace que éste se muestre más atractivo.

Portillo ha abordado la dramatización de esta narración, que en Latinoamérica, gusta poner en escena, pero no así en España, y lo ha hecho no sólo con su carácter tenaz y firme. También ha necesitado dinero. Mucho y privado. Y aunque no desvela la cantidad, a la que también ha contribuido la productora Entrecajas y gentes varias, se percibe claramente que se trata de una ambiciosa producción en la que se ha contado con profesionales de primer nivel, como Andrea D'Odorico, responsable de una brillante escenografía, iluminación de Pedro Yagüe, vestuario de Elisa Sanz, música original de Pablo Salinas y caracterización de Javier Hernández. Y un equipo de conocidos actores que derrochan talento a lo largo de todo el espectáculo, compuesto por Emma Suárez, Asier Etxeandia, Daniel Grao, Fernando Soto, José Luis Torrijos y José Luis García-Pérez. Todos, menos éste último, convertidos en octogenarios con una caracterización en sus rostros, que no obstante mantiene, la expresión de sus facciones y con un envejecimiento en sus cuerpos conseguido por cuatro meses de duros ensayos. "Pero ha sido un proceso muy hermoso, el compromiso de todos ha sido total", señala Portillo quien es consciente de que se ha metido en una aventura a la que es muy difícil acceder sin el soporte de un teatro público. "Pero me he dado ese gusto y estoy muy orgullosa porque hemos conseguido un equipo humano importantísimo"

La historia es la de cinco ancianos que pasan una velada en la mansión de uno de ellos, a la que llega un joven ejecutivo que ha tenido una avería en su coche. Es invitado a pasar la noche y participar de una suculenta cena que prepara la única mujer que hay, una especie de nutridora mágica, a la manera de Babette preparando su festín, que en algún momento deviene en un híbrido entre hada y bruja. Los ancianos proponen a su invitado participar en un juego que les devuelve por unos momentos a las profesiones que ejercían antes de ser jubilados: juez, fiscal, abogado defensor y algún que otro oficio ya en desuso. Él tendrá que ser el acusado. Y como si hubieran pactado con el diablo, los ancianos, mientras juegan, rejuvenecen y están llenos de energía. Pero por encima de todo es una bellísima alegoría sobre la ambición y la culpa. "Pero aquí no se habla de la culpa judeocristiana, si no de la responsabilidad de nuestros propios actos", sostiene Portillo.

Sansegundo mantiene esa influencia que el expresionismo y Bertolt Brecht ejercieron sobre Dürrenmatt, y que ponía de manifiesto especialmente cuando se entregaba a dos de sus pasiones: profundizar en las raíces del mal y en el papel del azar en la vida de las personas. Portillo además incide en el elemento estrambótico y mantiene esa tensión que presentan los cuentos que quitan el aliento de Dürrenmatt.
Esta obra, que nace como un guión radiofónico en 1956 y que en español también se conoce por El desperfecto, tiene para Portillo elementos de thriller: "A veces me parece una novela negra, cercana a un cuento gótico y con una carga de profundidad ideológica importante". Y psicoanalítica, ya que son muchos los profesionales del mundo de la psiquiatría que han tomado La avería como referente para hablar de conductas maniacas y otros anómalos comportamientos humanos.
Portillo se ha nutrido como actriz de muchas escuelas y tendencias, pero para este trabajo reconoce que hay tres fuentes de las que ha bebido que están muy presentes: "Aparte de José Estruch, que me dio mi primera formación humana y profesional, he de reconocer que como directora bebo de tres directores que han influido mucho en mí: el español José Luis Gómez, el argentino Jorge Lavelli y el yugoeslavo [él quiere que se le considere así, porque allí nació] Tomaz Pandur. En esta función hay muchos homenajes a ellos, que me han enseñado lo que me gusta y, por tanto, lo que no", apunta Portillo quien sabe que los tres son muy distintos pero comparten una misma forma de entender su oficio: "Todos tienen la idea de que el teatro no es como la vida, sino una lectura de la vida, y los tres piensan que el actor ha de ser un atleta del alma y del cuerpo y hay que sacar el máximo de él, explotar todas sus capacidades, son directores que engrandecen al actor y lo ponen al límite". Eso sí, también gracias a ellos tiene claro que hay límites que no se deben traspasar: "Cuando entras en la agresión, en el daño.... Los actores somos muy vulnerables y si a un actor se le cuida, se entrega y va a tumba abierta", dice.

Lo cierto es que Portillo ha conseguido que su espectáculo parezca emanado de una compañía estable que lleva años trabajando en común. Un espectáculo que a la directora le encanta "porque tiene muchas capas, muchos mensajes". En primer lugar habla de esa diferencia que existe entre la ley y la justicia: "La ley nos iguala como elemento objetivo, decide que es bueno y malo, unifica. La justicia es más subjetiva, te convierte en un ser especial".

Fonts: Visat.cat, Biografias y vidas, El país.

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